viernes, 6 de junio de 2014

QUEBRANTAHUESOS Y MARMOTAS. UNA EXCURSIÓN AL PIRINEO ARAGONÉS (15 A 18 DE MAYO DE 2014)



INTRODUCCIÓN


El quebrantahuesos (Gypaetus barbatus) es un ave carismática. Su presencia impone, su vuelo asombra por su gracia y su destreza, y su vida está llena de detalles fascinantes, comenzando por su especializada alimentación a base de huesos. Varios ejemplares llegan a Asturias todos los años desde la población pirenaica y actualmente hay dos aves inmaduras reintroducidas en los Picos de Europa, una de ellas emparejada con un adulto pirenaico en 2013, con el que podría criar el próximo año, lo que los convertiría en la primera pareja reproductora en la cordillera Cantábrica ¡desde 1956! El grupo SEO-Asturias ha organizado un par de salidas para ver los quebrantahuesos reintroducidos en los Picos por la Fundación para la Conservación del Quebrantahuesos (FCQ), pero queríamos más. Así que, de acuerdo con la FCQ, organizamos una excursión al Pirineo aragonés, concebida como un verdadero cursillo de campo sobre la especie. Nos alojamos en el albergue que la FCQ regenta en Revilla, en un paraje de impresionante belleza, conocimos su trabajo sobre el terreno y disfrutamos a placer de los quebrantahuesos en el comedero de Escuaín, donde se concentraron hasta 18 ejemplares simultáneamente, lo que nos dio la oportunidad de deleitarnos con su vuelo y observar las variaciones de coloración en los adultos y las diferencias de plumaje y de estructura entre las diferentes clases de edad. Asimismo, pudimos presenciar sus interacciones y escuchar su voz, rara vez oída fuera de estas excepcionales reuniones.

Quebrantahuesos (Gypaetus barbatus) Adulto. Foto Luis M. Arce.
Paisaje desde Revilla. Foto Luis M. Arce
Paisaje desde Revilla. Foto Luis M. Arce.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

PRIMER DÍA: ULLIBARRI-GAMBOA

Pero empecemos por el principio. Salimos de Asturias el jueves 15 de mayo a las 08.00 horas. Como el grupo (siete personas) tenía procedencias dispares, nos organizamos en dos coches y nos encontramos en la gasolinera de Posada de Llanes. El plan de viaje preveía dos paradas de observación de aves, pero finalmente sólo realizamos una, en el embalse de Ulibarri-Gamboa, en Álava, el más grande del País Vasco y también uno de los humedales más importantes de la España atlántica. En esta época no registra las impresionantes concentraciones de aves acuáticas del invierno, pero pudimos observar varias especies interesantes, como ánade friso (Anas strepera) y cuchara común (Anas clypeata), ambos con unas pocas parejas reproductoras; pato colorado (Netta rufina); somormujo lavanco (Podiceps cristatus), con una importante colonia de cría (vimos varios nidos con huevos y demostraciones territoriales de los adultos); zampullín cuellinegro (Podiceps nigricollis); garza imperial (Ardea purpurea), que también cría, y parejas de fochas comunes (Fulica atra) con sus pollos. Además, oímos no menos de siete carriceros tordales (Acrocephalus arundinaceus) y dos buscarlas unicolores (Locustella luscinioides). Todo ello en el extremo sur del embalse, lo que se conoce como parque ornitológico de Mendixur, dotado con buenos observatorios y rodeado de campos en los que cantaban los escribanos trigueros (Emberiza calandra) y sobre los cuales volaban sendos ejemplares de águila calzada (Aquila pennata), culebrera europea (Circaetus gallicus) y alcotán europeo (Falco subbuteo). Un buen lugar para hacer la comida (y seguro que más de uno pensó en una siesta).


Somormujo Lavanco (Podiceps cristatus). Foto Luis M. Arce
Focha Común  (Fulica atra) con pollos. Foto Luis M. Arce















Después de comer seguimos viaje hacia Revilla; apenas reanudamos el trayecto localizamos un macho de aguilucho cenizo (Circus pygargus), la única cita de la especie en todo el viaje. Este desplazamiento produjo también una única observación de escribano hortelano (Emberiza hortulana). Otras especies destacables fueron el milano real (Milvus milvus) y el abejaruco europeo (Merops apiaster). Llegamos a Revilla casi al atardecer, con el tiempo justo para que Óscar Díez (FQC) nos mostrase el albergue. Varios mosquiteros papialbos (Phylloscopus bonelli) dejaban oír su distintivo canto en el pueblo y su entorno. Tras dejar los equipajes, bajamos a cenar al hotel-restaurante de Lamiana, a unos 4 km de Revilla. En el trayecto, sumamos un chotacabras europeo (Caprimulgus europaeus) a la lista de especies del día, que finalizó con una buena cena (aunque de raciones un tanto escasas para el buen comer asturiano…).


SEGUNDO DÍA: A POR LOS QUEBRANTAS

El viernes lo pasamos en la garganta de Escuaín. Por la mañana nos desplazamos al pueblo del mismo nombre (a tiro de piedra, visto desde el albergue, pero a una hora en coche). De camino observamos una abubilla (Upupa epops), dentro de un pinar, así como un grupo de abejeros europeos (Pernis apivorus), recién llegados o en paso, varios buitres leonados (Gyps fulvus), algún milano real y un primer quebrantahuesos.
Buitre Leonado (Gyps Fulvus) inmaduro. Foto Luis M. Arce.

Milano Real (Milvus milvus) Foto Luis M. Arce













Abejero Europeo (Pernis apivorus) Foto Javier Martín


Ya en Escuaín (deshabitado, como tantos otros pueblos de la montaña pirenaica) y antes de iniciar la ruta, localizamos otra pareja de quebrantahuesos, sobrevolando una manada de sarrios o rebecos pirenaicos (Rupicapra pyrenaica) y, a la salida del pueblo, una pareja de alcaudón dorsirrojo (Lanius collurio) y un par de torcecuellos euroasiáticos (Jynx torquilla) –uno de ellos solo oído– en un claro forestal.

Quebrantahuesos (Gyapaetus barbatus) Inmaduro 2º año cal. Foto Luis M. Arce
Quebrantahuesos (Gyapaetus barbatus) Adulto Pálido. Fto Luis M Arce


Sarrio (Rupicapra pyrenaica) macho. Foto Luis M. Arce



Alcaudón dorsirrojo (Lanius Collurio). Hembra adulta. Foto Luis M. Arce

Milano Negro (Milvus migrans) Foto Luis M. Arce

El camino a través del bosque (pinar albar) reportó diversos paseriformes, como pinzón vulgar (Fringilla coelebs), carboneros común (Parus major) y garrapinos (Periparus ater), herrerillo común (Cyanistes caeruleus), reyezuelo listado (Regulus ignicapilla) y mosquitero papialbo. Llegados a un amplio claro al pie del comedero, comenzó el desfile de quebrantahuesos, entre los cuales volaban milanos reales y negros (Milvus migrans), así como varios vencejos reales (Apus melba).


Desde el mediodía hasta las cuatro de la tarde nos volcamos en los “quebrantas”, en compañía de José Carlos González (FCQ), que abandonó momentáneamente su encierro en el hacking donde los pollos que serán liberados este verano en los Picos de Europa se crían con vistas a sus mayores y a otras especies con las que convivirán.

Observando la gran cantidad de aves en vuelo. Foto Javier Martín

Hasta 18 quebrantahuesos (varios de ellos marcados con placas de color en las alas –“Eva”, “María”…– y uno con emisor vía satélite) volaron juntos sobre el comedero en algún momento, entremezclados con un centenar de buitres leonados, varios alimoches comunes (Neophron percnopterus) y ejemplares aislados de culebrera europea, águila calzada, abejero europeo, milanos real y negro, y cuervo grande (Corvus corax). 
 
Quebrantahuesos (Gyapaetus barbatus). Foto Javier Martín

Fue una ocasión espléndida para fijarse en las variaciones de plumaje de la especie, principalmente por edad, pero también individuales entre adultos muy naranjas y otros muy blancos (el color de las plumas del cuerpo lo dan los baños en aguas férricas, que no todos los quebrantahuesos practican por igual), así como en su conducta social, con llamadas, vuelos de encuentro, agresiones... Una auténtica gozada, aderezada con las interesantes y pormenorizadas explicaciones de José Carlos sobre identificación de clases de edad, conducta, reproducción y problemática de conservación de esta extraordinaria rapaz.

Quebrantahuesos (Gyapaetus barbatus). Adulto. Foto Luis M Arce
Quebrantahuesos interactuando (Gyapaetus barbatus). Foto Javier Martín


El descenso hacia Escuaín, plenamente satisfechos con el atracón de “quebrantas”,  añadió un azor común (Accipiter gentilis) a la abultada relación de aves de presa de esta memorable jornada, que finalizamos al atardecer en los miradores de Revilla, donde localizamos varios nidos de avión común (Delichon urbicum) y roquero (Ptyonoprogne rupestris) en los cortados sobre la senda, y donde nos reencontramos con el quebrantahuesos, en concreto con un par de ejemplares inmaduros, uno de ellos “María”, que nos regaló un “posado” sobre un farallón.



TERCER DÍA: MARMOTAS EN EL VALLE DE URDICETO

El plan para el segundo día en el Pirineo aragonés, cumplido sobradamente el objetivo esencial del viaje, lo dedicamos a intentar la observación de lagópodo alpino (Lagopus muta) en el entorno del ibón de Urdiceto, la zona con mayor densidad de población de la especie en esta región del Pirineo.

Alud. Foto Javier Martín


La nieve nos impidió llegar al territorio de los lagópodos (a mitad de la ruta hubimos de salvar un alud que cortaba la pista), pero la ascensión mereció la pena. La marmota alpina (Marmotta marmotta) asumió el protagonismo, junto con algunas aves forestales y alpinas menos exclusivas que la tetraónida.




Pinar de Pino Negro (Pinus uncinata) Foto Luis M. Arce


La subida, con un desnivel superior a 1.000 m hasta la zona a la que pudimos acceder (unos 8 km de recorrido), nos fue llevando del pinar silvestre de la base a los bosques de pino negro de la parte superior del piso forestal y, finalmente, al piso alpino, con pastos, rocas y neveros.




El recorrido por el pinar silvestre produjo observaciones o escuchas de las mismas especies de aves forestales detectadas en Escuaín, con la salvedad de un herrerillo capuchino (Lophophanes cristatus) y un mito común (Aegithalos caudatus); otra novedad fueron unas inquietas ardillas rojas (Sciurus vulgaris). Sobre la cresta de la montaña, una pareja de águila real (Aquila chrysaetos) nos acompañó, de forma intermitente, durante un buen trecho (volveríamos a ver una de ellas en el descenso). Ya en el dominio del bosque de pino negro, lo más notable fueron tres registros de verderón serrano (Serinus citrinella) y, en el límite con los pastizales de alta montaña, por encima de 2.000 m, dos roqueros rojos (Monticola saxatilis), un acentor alpino (Prunella collaris), tres collalbas grises (Oenanthe oenanthe)  y, lo más destacado, un mirlo capiblanco (Turdus torquatus). En esa misma zona, en una pedriza junto al camino, disfrutamos de la observación, muy cercana, de un clan de marmotas alpinas (Marmota marmota).


Marmota alpina (Marmota marmota) Foto Luis M. Arce

Embalse de Urdiceto. Foto Cristina Torres


 Una pareja de cernícalo vulgar (Falco tinnunculus) volaba por los roquedos situados a ambos lados de la central eléctrica de Urdiceto, cuyo embalse nos proporcionó un lugar idóneo para comer y descansar durante las horas más calurosas del día.



Piquituerto Común (Loxia curvirostra) Foto Luis M. Arce









Un grupo de piquituertos (Loxia curvirostra) y dos picos picapinos (Dendrocopos major), unos y otros solo oídos, fueron las únicas novedades reseñables del camino de vuelta, que finalizamos al filo de las siete.











Foto del Grupo. Foto Jose L.Alvarez



Después de tomar algo en Parzán, nos dirigimos a Revilla con ganas de una ducha y de una buena cena, que esta vez sí colmó las expectativas de todos los comensales.
Foto del Grupo en la Estación Biológica Monte Perdido (Revilla) Foto Jose L.Alvarez





























CUARTO DÍA: FOZ DE LUMBIER



Foz de Lumbier. Foto Luis M. Arce
 


 Para el viaje de regreso decidimos hacer una parada en la Foz de Lumbier (Navarra), un cañón de poco más de 1 km de longitud excavado en la roca caliza por el río Irati, en cuyas paredes, de hasta 400 m de desnivel, se aloja una importante colonia de buitre leonado.






Esta rapaz se observa de continuo a lo largo y ancho de la garganta, junto con alimoches comunes, milanos reales y negros, grajillas occidentales (Corvus monedula), chovas piquirrojas, vencejos reales y aviones comunes y roqueros. También pudimos descubrir en las paredes de la foz algunos gorriones chillones (Petronia petronia) y palomas bravías (Columba livia) –mezcladas con palomas cimarronas–, así como un par de machos de roquero solitario (Monticola solitarius).  En las saucedas que acompañan el curso del río vimos y escuchamos varios ruiseñores comunes (Luscinia megarhynchos), y en los matorrales a la entrada de la foz se mostró fugazmente un macho de curruca carrasqueña (Sylvia cantillans).

Roquero solitario (Monticola solitarius) macho. Foto Luis M. Arce
Buitres Leonados (Gyps fulvus) Foto Luis M. Arce

Chova piquirroja (Pyrrhocorax pyrrhocorax) Foto Luis M. Arce


 





















Aprovechamos la parada para comer (esta vez con siesta para quien quiso disfrutarla) y seguimos camino a Asturias, con la única observación mencionable de una graja (Corvus frugilegus) en el entorno de Pamplona.

Con una lista de aves de 117 especies y con la imborrable exhibición de quebrantahuesos en la memoria, todos volvimos muy satisfechos de la expedición pirenaica y pensando en repetirla.


FIN. Foto Javier Martín.

Texto: Luis M. Arce.



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